Publico el primer párrafo del maravilloso texto que ha escrito mi querido Carlos Pardo para el catálogo Historias del onirismo:

«En el libro undécimo de sus Metamorfosis, Ovidio nos muestra la Casa del Sueño. Es una cueva, un “monte cóncavo” donde no alcanzan a llegar los rayos del sol. Allí se confunden “nieblas y tinieblas” en perpetuo movimiento. Y allí habita, también, uno de los mil hijos del Sueño: Morfeo. Morfeo es el encargado de comunicarle a Alcíone la muerte de su esposo Ceix. Morfeo, “artífice y simulador de la figura”, toma la apariencia de Ceix, fallecido en un naufragio: se encarna “lívido y desnudo y con el cabello todavía chorreante”. No es exactamente su esposo: es una sombra, pero “una sombra evidente y verdadera”. Alcíone no dudará de la veracidad del oráculo que se le ha aparecido en sueños. Y si me detengo en esta fábula que tiene a Morfeo como protagonista es, precisamente, por esa cualidad que se otorga al soñar: crear realidades. No sólo “simular”, sino ser “artífice”. El propio Morfeo fue castigado por revelar a los hombres aquello que éstos no deberían saber. El sueño dice su verdad. Es el órgano del conocimiento con que se accede, por decirlo a la manera de Joseph Campbell, al “descubrimiento del ser”».

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La publicación, negra como la noche, ha sido diseñada por mí y editada por el Ayuntamiento de Irun con motivo de mi exposición en la Sala Menchu Gal, comisariada por mi también querida Helena Elbusto Cabello.